La crioterapia es un procedimiento quirúrgico y terapéutico que utiliza temperaturas bajo cero para provocar la congelación y la destrucción del tejido lesionado. Se utiliza comúnmente en animales para el tratamiento de ciertos tipos de tumores en la piel.
Se trata de un procedimiento quirúrgico mínimamente invasivo que administra nitrógeno líquido (-196ºC) sobre una lesión concreta, congelando y destruyendo las células afectadas sin perjudicar el tejido sano que rodea a la lesión. El proceso suele durar unos segundos y, tras unas horas, suele formarse una ampolla que se aplana en 2 o 3 días y la piel se va curando en las siguientes 2-4 semanas.
«Este tipo de terapia puede ser aplicada en animales para tratar lesiones cutáneas y subcutáneas benignas y malignas, que puede permitir ganar tiempo para el planteamiento de una cirugía convencional y hacerla menos agresiva, si finalmente esta fuera necesaria«, explica Annabel Dalmau, veterinaria especialista en dermatología de AniCura Mediterrani Hospital Veterinari. «La crioterapia, además, reduce las posibilidades de diseminación de las células tumorales en lesiones premalignas y tiene un posible efecto inmunoterapéutico sobre las neoplasias malignas«, añade.
¿Cuándo se puede utilizar?
La crioterapia no es un tratamiento muy doloroso, por lo que, en ocasiones, se puede aplicar con o sin sedación local o sistémica, dependiendo del tamaño de la lesión que presente la mascota. Aunque esta terapia presenta menos efectos secundarios que otros procedimientos más habituales como la cirugía, puede ocasionar ciertas molestias, dependiendo de la localización de la lesión y el temperamento del animal.
La crioterapia presenta interesantes beneficios, pero solo un especialista veterinario puede decidir en qué casos es recomendable su aplicación. En AniCura Mediterrani Hospital Veterinari se suele hacer uso de esta terapia para obtener ventajas frente al planteamiento de una cirugía invasiva o, en algunos casos, para evitarla por completo, especialmente en el tratamiento de tumores proliferativos pequeños en animales geriátricos que puedan tener riesgo quirúrgico por algún problema asociado o en el tratamiento de carcinomas de células escamosas, en el que la cirugía tradicional podría ocasionar un defecto anatómico importante, como pueden ser el párpado o la trufa.